miércoles, 28 de diciembre de 2011

Jenny Saville: Debajo de la piel.


Aparentemente esto del cuerpo humano es una tendencia que vuelve a ocupar un espacio en el pensamiento de los artistas contemporáneos, su desmaterialización, su aparición, su estética o la perversión que puede desencadenar, cualquiera de estos campos le es interesante, pero es el cuerpo en sí, su análisis y hasta su esencia química la que genera una relación entre el arte y la vida, que se va formando a través de tendencias como lo morboso y lo perverso, y el gusto por el cuerpo humano, contemplado desde sus perspectivas más corrompidas.

La fascinación por el deterioro del cuerpo humano como algo material no sometido a los canones de belleza, (entendiendo que para algunos es un requisito indispensable en el arte y en la vida cotidiana) resultan repulsivos para algunas personas, así la artista contempla el cuerpo deforme, masacrado y los reproduce de tal forma que en su trabajo hay un análisis de la problemática estética del cuerpo humano, para luego admirarse de su técnica pictórica, donde sus trabajos tienden a lo grotesco, a lo dramático del cuerpo humano femenino, la cual ofrece “una disparidad que existe entre la manera en la que son percibidas las mujeres y la manera en la que se sienten con sus cuerpos”.

Saville ha desarrollado su carrera dentro del estilo figurativo, centrando su temática en el desnudo del cuerpo femenino en pinturas a gran escala, la importancia de su trabajo radica en la transgresión, la cual rompe los esquemas tradicionales del cuerpo humano, enfrentándonos a un trabajo sexual y carnal, que en muchas ocasiones se vuelve tosco, desagradable ocasionando un gran impacto en el espectador, presentando cuerpos alejados absolutamente de los canones de la delgadez imperantes hoy en día y la inconformidad hacia el modelo social de la belleza femenina, pero sobre todo la inconformidad ante la mirada masculina del deseo.

La artista esta siempre en contacto con lo desmedido del cuerpo, mas aun cada uno de sus planteamientos son autorretratos atormentadores, curiosamente en muchas de sus obras utiliza su propio rostro, evidenciando un conflicto sobre los canones de belleza contemporáneo buscando un nuevo tipo de cuerpo moderno como lo fue el retratar un travesti por ejemplo.

Lo sensual y lo grotesco se dan la mano en las mujeres de Saville por medio de unas imágenes fuertes, poderosas, en las que destaca un profundo dramatismo, enviando su mensaje de dolor. Son aspectos que interesan en la obra se Saville, su planteamiento filosófico sobre el sufrimiento del cuerpo y el planteamiento técnico, comunicando lo que el culto al cuerpo le ha hecho a la sociedad, mezclando la violencia y el placer, donde “El paisaje de la carne y la anatomía mutilada, ensangrentada, deforme, transfigurada, y en ocasiones descarnada, constituye el inmenso territorio explorado por esta sensacional artista.”

La pintura de Saville ha sido comparada con la de Lucían Freud por su fascinación por la apariencia de la carne viva, y además por su notoria inclinación por desenmascarar los cuerpos de toda innecesaria pulcritud, de hecho, muchas de sus pinturas muestran cuerpos desgarrados, rotos o dañados, en cuyas pigmentaciones queda la marca de la sangre que corre en su interior.

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